miércoles, 27 de febrero de 2013

Antes que sea tarde


3 Cuaresma (C) Lucas 13, 1-9
JOSÉ ANTONIO PAGOLA, lagogalilea@hotmail.com
SAN SEBASTIÁN (GUIPUZCOA).

ECLESALIA27/02/13.- Había pasado ya bastante tiempo desde que Jesús se había presentado en su pueblo de Nazaret como Profeta, enviado por el Espíritu de Dios para anunciar a los pobres la Buena Noticia. Sigue repitiendo incansable su mensaje: Dios está ya cerca, abriéndose camino para hacer un mundo más humano para todos.
Pero es realista. Jesús sabe bien que Dios no puede cambiar el mundo sin que nosotros cambiemos. Por eso se esfuerza en despertar en la gente la conversión: "Convertíos y creed en esta Buena Noticia". Ese empeño de Dios en hacer un mundo más humano será posible si respondemos acogiendo su proyecto.
Va pasando el tiempo y Jesús ve que la gente no reacciona a su llamada como sería su deseo. Son muchos los que vienen a escucharlo, pero no acaban de abrirse al "Reino de Dios". Jesús va a insistir. Es urgente cambiar antes que sea tarde.
En cierta ocasión cuenta una pequeña parábola. Un propietario de un terreno tiene plantada una higuera en medio de su viña. Año tras año, viene a buscar fruto en ella y no lo encuentra. Su decisión parece la más sensata: la higuera no da fruto y está ocupando inútilmente un terreno, lo más razonable es cortarla.
Pero el encargado de la viña reacciona de manera inesperada. ¿Por qué no dejarla todavía?. Él conoce aquella higuera, la ha visto crecer, la ha cuidado, no la quiere ver morir. Él mismo le dedicará más tiempo y más cuidados, a ver si da fruto.
El relato se interrumpe bruscamente. La parábola queda abierta. El dueño de la viña y su encargado desaparecen de escena. Es la higuera la que decidirá su suerte final. Mientras tanto, recibirá más cuidados que nunca de ese viñador que nos hace pensar en Jesús, "el que ha venido a buscar y salvar lo que estaba perdido".
Lo que necesitamos hoy en la Iglesia no es solo introducir pequeñas reformas, promover el "aggiornamento" o cuidar la adaptación a nuestros tiempos. Necesitamos una conversión a nivel más profundo, un "corazón nuevo", una respuesta responsable y decidida a la llamada de Jesús a entrar en la dinámica del Reino de Dios.
Hemos de reaccionar antes que sea tarde. Jesús está vivo en medio de nosotros. Como el encargado de la viña, él cuida de nuestras comunidades cristianas, cada vez más frágiles y vulnerables. Él nos alimenta con su Evangelio, nos sostiene con su Espíritu.
Hemos de mirar el futuro con esperanza, al mismo tiempo que vamos creando ese clima nuevo de conversión y renovación que necesitamos tanto y que los decretos del Concilio Vaticano no han podido hasta hora consolidar en la Iglesia.

miércoles, 20 de febrero de 2013

Escuchar a Jesús


 Cuaresma (C) Lucas 9,28-36
JOSÉ ANTONIO PAGOLA, lagogalilea@hotmail.com
SAN SEBASTIÁN (GUIPUZCOA).

ECLESALIA20/02/13.- Los cristianos de todos los tiempos se han sentido atraídos por la escena llamada tradicionalmente "La transfiguración del Señor". Sin embargo, a los que pertenecemos a la cultura moderna no se nos hace fácil penetrar en el significado de un relato redactado con imágenes y recursos literarios, propios de una "teofanía" o revelación de Dios.
Sin embargo, el evangelista Lucas ha introducido detalles que nos permiten descubrir con más realismo el mensaje de un episodio que a muchos les resulta hoy extraño e inverosímil. Desde el comienzo nos indica que Jesús sube con sus discípulos más cercanos a lo alto de una montaña sencillamente "para orar", no para contemplar una transfiguración.
Todo sucede durante la oración de Jesús: "mientras oraba, el aspecto de su rostro cambió". Jesús, recogido profundamente, acoge la presencia de su Padre, y su rostro cambia. Los discípulos perciben algo de su identidad más profunda y escondida. Algo que no pueden captar en la vida ordinaria de cada día.
En la vida de los seguidores de Jesús no faltan momentos de claridad y certeza, de alegría y de luz. Ignoramos lo que sucedió en lo alto de aquella montaña, pero sabemos que en la oración y el silencio es posible vislumbrar, desde la fe, algo de la identidad oculta de Jesús. Esta oración es fuente de un conocimiento que no es posible obtener de los libros.
Lucas dice que los discípulos apenas se enteran de nada, pues "se caían de sueño" y solo "al espabilarse", captaron algo. Pedro solo sabe que allí se está muy bien y que esa experiencia no debería terminar nunca. Lucas dice que "no sabía lo que decía".
Por eso, la escena culmina con una voz y un mandato solemne. Los discípulos se ven envueltos en una nube. Se asustan pues todo aquello los sobrepasa. Sin embargo, de aquella nube sale una voz: "Este es mi Hijo, el escogido. Escuchadle". La escucha ha de ser la primera actitud de los discípulos.
Los cristianos de hoy necesitamos urgentemente "interiorizar" nuestra religión si queremos reavivar nuestra fe. No basta oír el Evangelio de manera distraída, rutinaria y gastada, sin deseo alguno de escuchar. No basta tampoco una escucha inteligente preocupada solo de entender.
Necesitamos escuchar a Jesús vivo en lo más íntimo de nuestro ser. Todos, predicadores y pueblo fiel, teólogos y lectores, necesitamos escuchar su Buena Noticia de Dios, no desde fuera sino desde dentro. Dejar que sus palabras desciendan de nuestras cabezas hasta el corazón. Nuestra fe sería más fuerte, más gozosa, más contagiosa.

domingo, 17 de febrero de 2013

Capellán de los vagabundos de París

El capellán de los vagabundos de París es un dominico español que da autoestima a los sin techo.
Pedro Meca se fue a vivir con los que no tienen nada y congrega multitudes. En sus iniciativas los sin techo no son los que reciben sino los que dan.

Pedro Meca Zuazu es dominico y trabajador social o trabajador social y dominico. Ambas cosas quedan unidas en este navarro de casi 78 años que fue criado por una pareja de ancianos muy pobres y que a los 17 años se fue a Francia a buscar a su madre, exiliada durante la Guerra Civil Española.

“Posibilidad de demostrar lo que valen”.
Este domínico ha dedicado toda su vida a los sin techo y ha creado numerosas iniciativas que han sido luego copiadas y llevadas a cabo a distintos países. Es como le llaman sus hermanos de la Orden de Predicadores, el capellán de los vagabundos en París, ciudad en la que lleva ya una buen parte de su vida. Allí se dedica a estar literalmente con los más pobres, con los que vive, a generarles oportunidades laborales, ayudando a que tengan una muerte digna pero sobre todo trabaja en devolverles la dignidad que han perdido y recuperar la autoestima.
El padre Pedro es un vendaval, algo que le ha generado también sus problemas. Pero, ¿qué es lo que hace a este domínico tan particular? Realmente, su manera de trabajar con los desheredaros y los leprosos de nuestro tiempo. “Ofrecemos a gente con una autoestima muy baja la posibilidad de demostrar lo que valen, algo muy difícil si sólo se mueven en círculos de marginación”.

Sólo va a la comunidad una vez a la semana.
Su principal labor es hacer ver a los sin techos y al resto de la gente que no se puede ver solo a las personas como pobres porque carecen de algo puesto que es algo muy limitador. En su opinión, hay que atender a la totalidad de la persona teniendo en cuenta que todos tienen potencialidades y riquezas que aportar al resto.
Su labor sorprende a sus propios hermanos en la orden. El superior de los dominicos habló en una conferencia de este español: “viene a la comunidad una vez a la semana para asearse y conseguir algo de comida. Lleva el pelo largo y parece como un vagabundo pero es una de las personas más felices que he conocido”.

Llevó a Lourdes a una multitud de indigentes.
Y es que, sigue el superior dominico, “le conocí en Lourdes y Pedro había llevado a un montón de gente realmente pobre, una auténtica multitud de indigentes. Encontró un modo de llevarlos allí y, lo más importante de todo, lo hacía con profunda alegría”.
Una de las imágenes más conocidas de él es la de las multitudinarias misas de Navidad que preside en París. En esas fechas siempre celebra una gran misa para los vagabundos, en una enorme tienda de campaña en el centro de la capital francesa. Hasta mil personas se han llegado a reunir en ellas para después disfrutar todos ellos de un gran banquete y así celebrar el nacimiento del Salvador.

Colaborador del Abbé Pierre.
Colaboró codo con codo con el Abbé Pierre, creador de los traperos de Emaús, y de ahí surgió la idea de dedicar su vida a los excluidos de la sociedad. Surgió así la obra por la que este dominico navarro es conocido en Francia y en el extranjero: los Compañeros de la Noche y el centro La Moquette.

Un local que no da ni ropa ni alimento.
¿Qué es La Moquette?. Es un centro en el que las personas sin techo y con techo pueden ir por las noches entre semana para reunirse, leer el periódico, jugar a las cartas, hablar o participar en conferencias. Es decir, hallarse en un clima de acogida y de escucha, en el que los sin techos recuperen su dignidad y los con techo pierdan sus prejuicios. De hecho, en este local no se da ni ropa ni alimento.
Pedro Meca quiere ir mucho más allá del asistencialismo más primario ya que cree que hay cosas igual o más importantes que el alimento. En una entrevista aseguraba que “se puede no tener nada y aportar muchas cosas”.

Los sin techo, los solidarios.
De este modo, añadía que “los sin hogar pueden enseñar muchas cosas. De la gente pobre sólo se ven las necesidades y cómo llenarlas: no tienen casa, no tienen qué comer, no tienen vestido…Mi relación no es esa, es encontrarme con alguien con sus potencialidades, su saber, su cultura, sus gustos, sus pasiones, lo que le interesa. La persona en su globalidad, no el enfoque de ‘¿qué necesita de mí?’. Ellos pueden y tienen que aportar. Un principio fundamental es que puedan dar, que puedan participar en acciones de solidaridad”.

"Los muertos en la calle".
Además de esta entrega, los vagabundos que acuden aquí realizan dos actividades de lo más curiosas pero que son de lo más útil. Relata este domínico que han creado lo que se llama “los muertos en la calle” puesto que “según como se trata a un cadáver, así se trata a la gente. La gente arma revuelo cuando alguien muere, no cuando vive. Si nos ocupamos de los muertos es porque nos interesan los vivos (…) La vida en la calle anuncia una muerte prematura”.
De ahí surgió dicha iniciativa, cuenta en otra conferencia, ya que “había gente que moría en la calle y nadie los reclamaba. Hemos llegado a un acuerdo con el Ayuntamiento: nos pasan la lista de la gente que ha muerto en la calle (y también en casas u hospitales) y que nadie reclama. La gente de la calle acompaña también a la gente que no ha muerto en la calle y por las que nadie se interesa. Aquí se ve como la gente de la calle aporta a la sociedad cosas que no aporta nadie. Nos damos cuenta que las actitudes excluyentes son patrimonio de toda la sociedad. Así conocemos cuanta gente muere. Así vemos a través de su muerte como era su vida. Muchos mueren solos. Le encendemos una vela, hacemos un taller de escritura y los textos se leen en la celebración ya sea civil o religiosa”.
Con respecto a España, ve algunas diferencias con respeto a su labor en París. “En España la solidaridad familiar es mucho más fuerte que aquí, la ruptura es menor. Un chaval en Francia cuando cumple los 18 o 19 años sale fuera de casa. En España siguen hasta los 25-30. En París, la mitad de las familias son monoparentales. Si tiene muchos papás, mamás y abuelos, acaba no teniendo a nadie”.

Padrinos de niños de Kabul.
La otra actividad que llevan a cabo los sin techo de París es animarles a ayudar a los necesitados. “Se nos ocurrió que fueran padrinos de niños de la calle en otras partes. Hemos organizado que sean padrinos de niños de Kabul. Una vez al mes tenemos una reunión de solidaridad para ver qué hacemos, recogemos dinero en común, les mandamos cartas y los niños se sorprenden de que en Europa haya gente en la calle. En las reuniones que tenemos descubrimos que esto les recupera la autoestima porque no han podido ocuparse de su familia”, concluye Meca.

miércoles, 13 de febrero de 2013

No desviarnos de Jesús

1 Cuaresma (C) Lucas 4, 1-13
JOSÉ ANTONIO PAGOLA, lagogalilea@hotmail.com 
SAN SEBASTIÁN (GUIPUZCOA).
ECLESALIA, 13/02/13.- Las primeras generaciones cristianas se interesaron mucho por las pruebas y tensiones que tuvo que superar Jesús para mantenerse fiel a Dios y vivir siempre colaborando en su proyecto de una vida más humana y digna para todos.
El relato de las tentaciones de Jesús no es un episodio cerrado, que acontece en un momento y en un lugar determinado. Lucas nos advierte que, al terminar estas tentaciones, "el demonio se marchó hasta otra ocasión". Las tentaciones volverán en la vida de Jesús y en la de sus seguidores.
Por eso, los evangelistas colocan el relato antes de narrar la actividad profética de Jesús. Sus seguidores han de conocer bien estas tentaciones desde el comienzo, pues son las mismas que ellos tendrán que superar a lo largo de los siglos, si no quieren desviarse de él.
En la primera tentación se habla de pan. Jesús se resiste a utilizar a Dios para saciar su propia hambre: "no solo de pan vive el hombre". Lo primero para Jesús es buscar el reino de Dios y su justicia: que haya pan para todos. Por eso acudirá un día a Dios, pero será para alimentar a una muchedumbre hambrienta.
También hoy nuestra tentación es pensar solo en nuestro pan y preocuparnos exclusivamente de nuestra crisis. Nos desviamos de Jesús cuando nos creemos con derecho a tenerlo, y olvidamos el drama, los miedos y sufrimientos de quienes carecen de casi todo.
En la segunda tentación se habla de poder y de gloria. Jesús renuncia a todo eso. No se postrará ante el diablo que le ofrece el imperio sobre todos los reinos del mundo: "Al Señor, tu Dios, adorarás". Jesús no buscará nunca ser servido sino servir.
También hoy se despierta en algunos cristianos la tentación de mantener, como sea, el poder que ha tenido la Iglesia en tiempos pasados. Nos desviamos de Jesús cuando presionamos las conciencias tratando de imponer a la fuerza nuestras creencias. Al reino de Dios le abrimos caminos cuando trabajamos por un mundo más compasivo y solidario.
En la tercera tentación se le propone a Jesús que descienda de manera grandiosa ante el pueblo, sostenido por los ángeles de Dios. Jesús no se dejará engañar:"No tentarás al Señor, tu Dios". Aunque se lo pidan, no hará nunca un signo espectacular del cielo. Solo hará signos de bondad para aliviar el sufrimiento y las dolencias de la gente.
Nos desviamos de Jesús cuando confundimos nuestra propia ostentación con la gloria de Dios. Nuestra exhibición no revela la grandeza de Dios. Sólo una vida de servicio humilde a los necesitados manifiesta su Amor a todos sus hijos.

domingo, 10 de febrero de 2013

Existencia profética


Diario de Avisos. | Santa Cruz de La Palma
El jesuita palmero, durante una celebración de los indios yanomamis, con quienes comparte su vida.

Un rato de conversación con Fernando López te deja sin defensas. Su discurso y, sobre todo, su vida, desmontan cualquier dogmatismo acomodaticio construido para afrontar la realidad. Su existencia es profética, ahora incluso más que nunca, en un contexto occidental en el que la crisis ha puesto patas arriba todas las seguridades de nuestro mundo, o de esta “selva”, como le gusta llamar también a este otro lado del Atlántico al jesuita palmero que vive con los indígenas en plena Amazonía.
Compartió el destino de los pueblos inundables y del basural de Paraguay, país al que llegó en 1985, en plena dictadura de Stroessner, donde encontró una Iglesia “plantada” ante el terror impuesto por el tirano. También acompañó, bajo los puentes de las urbes brasileñas, a los meninos da rua (los niños de la calle), y ahora lleva más de una década con los indígenas de la selva amazónica. “Dios me dio muchas facilidades para hacer lo que hago; me costaría mucho más insertarme en la selva de Madrid. Y hay que hacerlo, porque una selva sin la otra no tiene solución; si aquello se rompe, nos cargamos el planeta”, comenta.
Un licenciado en Física por la Universidad de Sevilla, con una fuerte proyección intelectual, decidió hace veintiocho años responder al interrogante que le asaltaba desde la adolescencia por las calles de la capital palmera. “Una pregunta que le hacía a los papás con quince años es que este asunto que me da nacer en una familia que tiene condiciones y otros no, ¿es una cuestión de suerte?. Si fuese así, Dios es injusto, pero si no es así, la pregunta que Dios nos invita a hacernos es de qué lado nos queremos poner”.
Y cuando terminó la carrera lo vio claro y decidió situarse en los márgenes, con los olvidados y desheredados de la tierra. Una opción por los pobres que los jesuitas se han marcado como “preferencial” en sus estatutos y que Fernando López ha llevado al límite, que es donde también Ignacio de Loyola quería que se situaran sus seguidores.
Ahora pasa unos meses en La Palma, acompañando a sus padres, y se ha encontrado con la realidad socioeconómica que padece Europa con la crisis. “Aquí hay mucha gente pasándolo mal, es verdad, pero qué bueno que la crisis llegó, porque eso significa de forma clara que el sistema no da más de sí”, argumentó. “Hasta ahora, aquí vivían en esta burbuja a base de pisar los últimos 500 años el despegue del Sur. En algo nos hemos equivocado, hermano”, sentenció.
GIRO EPISTEMOLÓGICO.
Para Fernando López, esta situación está contribuyendo a generar una especie de “conciencia global, que me llena de esperanza”. “No vivo la crisis como desengaño, sino qué bueno que está tocando fondo el sistema porque hay que parir una nueva historia. En estos tiempos fuertes nos tenemos que embarazar y soñar una nueva historia, empujar y parirla, y no dejar que un puñado de gente, los que controlan el sistema financiero, sigan imponiendo su lógica”, argumentó entre sorbos de mate.
Una forma de estar en el mundo que asegura haber aprendido con los pueblos americanos. “Cómo es posible que 20.000 indios enfrenten empresas madereras y consigan ganar, después de costar la vida de líderes asesinados, mujeres violadas y pueblos quemados. ¿Qué tienen ellos que a nosotros se nos ha cortado, por qué se plantan así y nosotros estamos tan acomodados, en un sistema donde la democracia todavía está por inventar?”, se pregunta.
En este sentido, expresó su temor “cuando la gente se queja de que los políticos no resuelven las cosas”. “¿Queremos un modo paternalista, donde la solución venga de arriba? No, estamos equivocados, tiene que venir de abajo, de tus opciones de vida. Los pueblos indígenas no esperan en sus aldeas a que los gobiernos le solucionen los problemas”, añadió.
INSURGENCIA.
El jesuita palmero tiene claro que “lo que hay que promover en occidente es la insurgencia; y aquí soy profundamente no violento. Por ninguna cosa estoy dispuesto a matar”. En esta línea, recordó que las propuestas más insurgentes que se han planteado en la América de los últimos cincuenta años vienen de los movimientos indígenas: Chiapas, los gobiernos de Ecuador y Bolivia, los mapuches en Chile. “¿Qué tienen ellos que a nosotros nos falta? Necesitamos profecía, que levantemos la cabeza por encima de las nubes grises del sistema, que la historia no se acabó y que no podemos esperar a que los de arriba pongan la solución, que vendrá cuando tú y yo nos posicionamos y nos la jugamos”, propuso López.
Pintan el cuerpo del jesuita antes de la celebración de un ritual. / DA
INDÍGENAS.
En esta visión global ha sido decisiva su introducción en el camino chamánico, que empezó con los guaraníes, en Paraguay, y continuó con los yanomamis. “Comienzo, con 52 años que tengo, en estos últimos años amazónicos, a poderme vivir algo que el mundo occidental no me enseñó y que me coloca en una relación de sacralidad con el entorno”, explicó el jesuita que ha entrado a fondo en la cultura indígena en ese diálogo interreligioso que fomenta la Compañía de Jesús.
Fernando López sostiene que “esta sabiduría relacional”, donde la realidad está estrechamente conectada como una tela de araña, “en occidente nos la hemos cargado”.
“Tenemos que sabernos cuidar, dejar de ser depredadores y pasar a ser cuidadores de algo tan misterioso como es la vida, las relaciones, el universo, Dios. Si en occidente no somos capaces de recuperar el sentido mistérico de la realidad, estamos perdidos”.
En este encuentro con el otro es cuando se produce esa quiebra epistemológica por la que aboga para Occidente. “Cuánta vergüenza he pasado cuando en los pueblos indígenas me preguntan por qué somos así. He sentido vergüenza de ser occidental, blanco y de ojos azules. Un chamán indígena respeta el agua y no se le ocurre mear donde va a beber, otros echan mercurio en los ríos”.
EL BUEN VIVIR.
El buen vivir o Sumak kawsay, en quichua ecuatoriano, de donde se adoptó este principio que promovieron los foros sociales y hoy recogen las constituciones de Bolivia y Ecuador, desmonta el sistema de valores de occidente, edificado sobre el modelo de progreso y desarrollo indefinido, gestado bajo la luz de la Ilustración. “Los occidentales dicen que quieren vivir mejor, mientras otros vivirán peor; nosotros queremos buen vivir para todos”, explica López, quien sostiene que el reto de la sociedad actual, entendida desde el punto de vista global, está en cómo construir esta “trama de reciprocidad”. Defiende además que el paradigma del buen vivir introduce, junto con los Derechos Humanos, “los derechos ambientales y los derechos cósmicos”. “Tenemos que sabernos parte de una telaraña de una vida profundamente frágil, que hay que saber cuidar”. Y un referente para tener esa mirada global sobre la realidad, a juicio de López, son los pueblos indígenas de Amazonía. “Mientras no aceptemos que los pueblos indígenas son semillas de solución a los problemas que tenemos, no avanzaremos. Occidente ha aportado cosas buenas a lo largo de su historia que hay que conservar, pero que no se piense que es la solución”.

miércoles, 6 de febrero de 2013

La fuerza del Evangelio


5 Tiempo ordinario (C) Lucas 5, 1-11
JOSÉ ANTONIO PAGOLA, lagogalilea@hotmail.com
SAN SEBASTIÁN (GUIPUZCOA).

ECLESALIA06/02/13.- El episodio de una pesca sorprendente e inesperada en el lago de Galilea ha sido redactado por el evangelista Lucas para infundir aliento a la Iglesia cuando experimenta que todos sus esfuerzos por comunicar su mensaje fracasan. Lo que se nos dice es muy claro: hemos de poner nuestra esperanza en la fuerza y el atractivo del Evangelio.
El relato comienza con una escena insólita. Jesús está de pie a orillas del lago, y "la gente se va agolpando a su alrededor para oír la Palabra de Dios". No vienen movidos por la curiosidad. No se acercan para ver prodigios. Solo quieren escuchar de Jesús la Palabra de Dios.
No es sábado. No están congregados en la cercana sinagoga de Cafarnaún para oír las lecturas que se leen al pueblo a lo largo del año. No han subido a Jerusalén a escuchar a los sacerdotes del Templo. Lo que les atrae tanto es el Evangelio del Profeta Jesús, rechazado por los vecinos de Nazaret.
También la escena de la pesca es insólita. Cuando de noche, en el tiempo más favorable para pescar, Pedro y sus compañeros trabajan por su cuenta, no obtienen resultado alguno. Cuando, ya de día, echan las redes confiando solo en la Palabra de Jesús que orienta su trabajo, se produce una pesca abundante, en contra de todas sus expectativas.
En el trasfondo de los datos que hacen cada vez más patente la crisis del cristianismo entre nosotros, hay un hecho innegable: la Iglesia está perdiendo de modo imparable el poder de atracción y la credibilidad que tenía hace solo unos años.
Los cristianos venimos experimentando que nuestra capacidad para transmitir la fe a las nuevas generaciones es cada vez menor. No han faltado esfuerzos e iniciativas. Pero, al parecer, no se trata solo ni primordialmente de inventar nuevas estrategias.
Ha llegado el momento de recordar que en el Evangelio de Jesús hay una fuerza de atracción que no hay en nosotros. Esta es la pregunta más decisiva: ¿Seguimos "haciendo cosas" desde un Iglesia que va perdiendo atractivo y credibilidad, o ponemos todas nuestras energías en recuperar el Evangelio como la única fuerza capaz de engendrar fe en los hombres y mujeres de hoy?.
¿No hemos de poner el Evangelio en el primer plano de todo?. Lo más importante en estos momentos críticos no son las doctrinas elaboradas a lo largo de los siglos, sino la vida y la persona de Jesús. Lo decisivo no es que la gente venga a tomar parte en nuestras cosas sino que puedan entrar en contacto con él. La fe cristiana solo se despierta cuando las personas descubren el fuego de Jesús.

sábado, 2 de febrero de 2013

Joaquín Sánchez, el cura que ha parado 202 desahucios

Autor de varios libros y asiduo colaborador en la prensa murciana con artículos de gran contenido social, deudores de su cristianismo de base, de la Teología de la Liberación, considera un desahucio (cuestiones éticas aparte) la "muerte civil" de la familia.
Miguel A. Ortega Lucas 24/01/2013 - 19:40h
"Lo que es un milagro es que la calle no haya estallado todavía. Y es que hemos descubierto que somos muy dóciles. Está costando mucho derrumbar tanta sumisión".

Quien así habla, meditando en su taza de café, sentado al atardecer en un bar de la localidad murciana de Cieza, no es, en estricto sentido, un revolucionario. Tampoco un sociólogo, o un analista; siempre ha preferido este hombre los rostros a los números. Su aspecto no se distinguiría del de cualquier trabajador de cualquier barrio de España, pero lo cierto es que Joaquín Sánchez Sánchez, nacido en Bullas hace 51 años, diplomado en Educación Social y amante del cine y la lectura, es sacerdote. Aunque gaste bufanda en vez de alzacuellos.

Ordenado en 1987, Joaquín es capellán en la prisión provincial de Sangonera; también en tres centros psiquiátricos, dos residencias de ancianos y un centro ocupacional tras cesar en su última parroquia, en 2007. Miembro de la Hermandad Obrera de Acción Católica de la Diócesis de Cartagena, es uno de los principales responsables de que la Plataforma de Afectados por la Hipoteca de la Región de Murcia haya conseguido parar allí hasta 202 órdenes de desahucio a día de hoy, desde mayo de 2012.
Desde entonces, tanto el cura Joaquín como el resto de activistas de la Plataforma (alrededor de medio centenar) ha ejercido, literalmente, de muro de contención entre las familias al borde de perder su casa y el sistema bancario, amparado por la ley vigente; entre las puertas de los hogares y los agentes judiciales: "Nos sentamos en el suelo", explica, en el mismo pasillo del inmueble: hasta que desistan. Hasta que el banco acceda a negociar con la familia cualquiera de las soluciones posibles, menos echarla a la calle. Volviendo las veces que haga falta.

"Lo primero que buscamos es que recuperen su autoestima, porque se sienten avergonzados, fracasados". También, y sobre todo, "indefensos" ante una nebulosa burocrática plagada de recovecos legales que apenas pueden entender en un principio. "Imagínate –reflexiona Joaquín– lo que supone para gente que no está acostumbrada a eso ni por asomo; gente que a lo mejor no ha visto una multa en su vida. Se descomponen, se bloquean, están muy perdidos. Se desesperan al hablar con el banco".
"Hay gente que no aguanta la tensión –continúa–: tienen miedo a lo que se pueden encontrar a la vuelta, si salen a la calle; a no poder volver a entrar en su casa, porque se modificó la ley para no poner una fecha concreta a los lanzamientos. Muchos se vienen abajo: reciben el buro-fax, les llaman veinte mil veces al móvil, les rompen los nervios... Y se acaban rindiendo".
Pero, ¿qué se le dice a alguien en esas circunstancias? "Pues que vamos a luchar, juntos. Contra el banco si hace falta. Y cuando quedas con ellos, y te ven aparecer por la puerta de su casa, se sienten aliviados, respaldados, en compañía".
El lo ha hecho personalmente en muchas ocasiones: "Vamos con ellos a hablar con el director de la sucursal". Les asesoran para que firmen (o mejor dicho: no firmen) ciertos documentos. Les aconsejan. "Pero su técnica –cuenta Joaquín, con amarga ironía– es hablarte siempre de los de arriba: 'Yo es que no puedo hacer nada', te dicen; 'es que el ordenador...'. Esto del ordenador es un fenómeno, como si fuera un dios con voluntad propia que ha decidido tu destino... O te remiten a las asesorías jurídicas, cosa que también han hecho muy bien: porque una entidad de Murcia puede tener su asesoría en Valencia, y viceversa, y son como fantasmas que te mandan un fax, o un correo; que no te dicen dónde están, con quién tienes que hablar...". En una palabra: "Frustración; lo que buscan es frustrarte", asegura.

Sin embargo, la Plataforma ha logrado ya frenar en más de 200 ocasiones las órdenes de desahucio de la comisión judicial: después de eso, los bancos negocian o no, pero el porcentaje de éxitos hasta ahora supera con creces al de fracasos: "La batalla moral ya la han perdido", asegura Joaquín. "Ya no es como antes, que ni siquiera te escuchaban; ahora se lo piensan muchas veces antes de decirte que no".
"Cómplices de los banqueros".

Autor de varios libros y asiduo colaborador en la prensa murciana con artículos de gran contenido social, deudores de su cristianismo de base, de la Teología de la Liberación, Joaquín considera un desahucio (cuestiones éticas aparte) la "muerte civil" de la familia. O al menos del titular del contrato: "Que al menos –razona– les dejen rehacer su vida, porque con una púa de 90.000 euros, entre deuda, intereses de demora, comisiones..., cuéntame. Pero es que además ese nombre ya no puede aparecer siquiera en el contrato de un móvil".
Así, el objetivo al que la Plataforma apunta en última instancia es la propia ley: por ejemplo, "que la gente se pueda quedar en su vivienda", explica, "con un alquiler social que suponga como máximo el 30% de los ingresos de la familia". O la dación en pago, pues "el problema es que la ley no deja margen a los jueces" para evitar que el banco reclame la suma total de la deuda.

El sacerdote cree que ni Gobierno ni oposición quieren hacerlo por ser "cómplices de los banqueros". "Teníamos esperanza en el decreto aprobado recientemente, pero es de chiste, no sirve. Va a afectar como mucho a un 5% de las familias en este proceso. Por ejemplo, si tienes dos críos de cuatro años ya no entras, porque tienen que tener como mucho tres. Y en la moratoria establecida hasta 2014 se siguen acumulando los intereses, de modo que pasado ese tiempo se verán en las mismas".
"La dictadura de los mercaderes".
Por su incansable compromiso para con su entorno, por su cercanía, por la confianza que despierta, Joaquín consigue franquear esa barrera de vergüenza que tantas veces se autoimpone la gente en dificultades: "Hay padres echándole agua a la leche, para que el hijo crea que se toma un vaso de leche entero. Hay gente recogiendo los bocadillos de los patios de los colegios. Una mujer me contaba hace poco, que no tenía ya nada,ni siquiera dinero para las compresas de sus hijas". Según datos de Cáritas, la Región de Murcia cuenta ya con un 36% de la población en el umbral de la pobreza: gente que quizás no parezca exactamente pobre a primera vista, ni a segunda, pero que empieza a carecer de lo más básico. Un porcentaje a todas luces "escandaloso" para Joaquín.
El término indignación se queda corto para este cura atípico, sin complejo alguno para definir esta oleada de empobrecimiento como "eutanasia social": "Es triste decirlo, pero es que para ellos sobra gente, sobramos. Han abandonado la dependencia, la tele-asistencia; implantan el copago médico; suben el IVA de los pañales ¡un 21% también!, porque debe de ser un lujo para los bebés, los ancianos, los discapacitados"... Y es que siempre llega Joaquín "a la misma conclusión: todo es la consecuencia de que el egoísmo, la codicia y la ambición de poder se hayan institucionalizado, a través de leyes y decisiones políticas". Una "dictadura de los mercaderes" y un "pensamiento único" que a su juicio terminó calando para convencernos de la muerte de las alternativas ideológicas: "Pero no", afirma, "por supuesto que hay políticas de derecha y de izquierda. Como hay posturas que defienden la competitividad y otras que defienden la fraternidad".

En su opinión, una de las soluciones pasa por acabar con la lucha social "fragmentaria" ("los médicos por su lado, los maestros por el suyo", etc.): que "toda esa marea converja en un frente común, porque a todos nos debe importar lo de todos". "Oí al rey pedir solidaridad, comprensión... Se podía aplicar el cuento. Y tener cojones a salir ahí y decir: Señores banqueros, señores políticos, ya está bien de maltratar a la gente".
"No", asegura Joaquín, observando su taza vacía: "La verdad es que no tengo ninguna fe en la gente que manda".