sábado, 25 de febrero de 2012

Entre conflictos y tentaciones

JOSÉ ANTONIO PAGOLA, vgentza@euskalnet.net
San Sebastián (GUIPUZCOA). Marcos 1, 12-15

ECLESALIA, 22/02/12.- Antes de comenzar a narrar la actividad profética de Jesús, Marcos escribe estos breves versículos: «El Espíritu empujó a Jesús al desierto. Se quedó en el desierto cuarenta días dejándose tentar por Satanás; vivía entre alimañas, y los ángeles le servían». Estas breves líneas son un resumen de las experiencias básicas vividas por Jesús hasta su ejecución en la cruz.
Jesús no ha conocido una vida fácil y tranquila. Ha vivido impulsado por el Espíritu, pero ha sentido en su propia carne las fuerzas del mal. Su entrega apasionada al proyecto de Dios lo ha llevado a vivir una existencia desgarrada por conflictos y tensiones. De él hemos de aprender sus seguidores a vivir en tiempos de prueba.
«El Espíritu empuja a Jesús al desierto». No lo conduce a una vida cómoda. Lo lleva por caminos de pruebas, riesgos y tentaciones. Buscar el reino de Dios y su justicia, anunciar a Dios sin falsearlo, trabajar por un mundo más humano es siempre arriesgado. Lo fue para Jesús y lo será para sus seguidores.
«Se quedó en el desierto cuarenta días». El desierto será el escenario por el que transcurrirá la vida de Jesús. Este lugar inhóspito y nada acogedor es símbolo de prueba y purificación. El mejor lugar para aprender a vivir de lo esencial, pero también el más peligroso para quien queda abandonado a sus propias fuerzas.
«Tentado por Satanás». Satanás significa "el adversario", la fuerza hostil a Dios y a quienes trabajan por su reinado. En la tentación se descubre qué hay en nosotros de verdad o de mentira, de luz o de tinieblas, de fidelidad a Dios o de complicidad con la injusticia.
A lo largo de su vida, Jesús se mantendrá vigilante para descubrir a "Satanás" en las circunstancias más inesperadas. Un día rechazará a Pedro con estas palabras: "Apártate de mí, Satanás, porque tus pensamientos no son los de Dios". Los tiempos de prueba hemos de vivirlos, como él, atentos a lo que nos puede desviar de Dios.
«Vivía entre alimañas, y los ángeles le servían». Las fieras, los seres más violentos de la tierra, evocan los peligros que amenazarán a Jesús. Los ángeles, los seres más buenos de la creación, sugieren la cercanía de Dios que lo bendice, cuida y sostiene. Así vivirá Jesús: defendiéndose de Antipas al que llama "zorra" y buscando en la oración de la noche la fuerza del Padre.
Hemos de vivir estos tiempos difíciles con los ojos fijos en Jesús. Es el Espíritu de Dios el que nos está empujando al desierto. De esta crisis saldrá un día una Iglesia más humilde y más fiel a su Señor.

sábado, 18 de febrero de 2012

Curador de la vida

JOSÉ ANTONIO PAGOLA, vgentza@euskalnet.net
San Sebastián (GUIPUZCOA). Marcos 2,1-12

ECLESALIA, 15/02/12.-  Jesús fue considerado por sus contemporáneos como un curador singular. Nadie lo confunde con los magos o curanderos de la época. Tiene su propio estilo de curar. No recurre a fuerzas extrañas ni pronuncia conjuros o fórmulas secretas. No emplea amuletos ni hechizos. Pero cuando se comunica con los enfermos contagia salud.
Los relatos evangélicos van dibujando de muchas maneras su poder curador. Su amor apasionado a la vida, su acogida entrañable a cada enfermo, su fuerza para regenerar lo mejor de cada persona, su capacidad de contagiar su fe en Dios creaban las condiciones que hacían posible la curación.
Jesús no ofrece remedios para resolver un problema orgánico. Se acerca a los enfermos buscando curarlos desde su raíz. No busca sólo una mejoría física. La curación del organismo queda englobada en una sanación más integral y profunda. Jesús no cura sólo enfermedades. Sana la vida enferma.
Los diferentes relatos lo van subrayando de diversas maneras. Libera a los enfermos de la soledad y la desconfianza contagiándoles su fe absoluta en Dios: "Tú, ¿ya crees?". Al mismo tiempo, los rescata de la resignación y la pasividad, despertando en ellos el deseo de iniciar una vida nueva: "Tú, ¿quieres curarte?".
No se queda ahí. Jesús los libera de lo que bloquea su vida y la deshumaniza: la locura, la culpabilidad o la desesperanza. Les ofrece gratuitamente el perdón, la paz y la bendición de Dios. Los enfermos encuentran en él algo que no les ofrecen los curanderos populares: una relación nueva con Dios que los ayudará a vivir con más dignidad y confianza.

Marcos narra la curación de un paralítico en el interior de la casa donde vive Jesús en Cafarnaún. Es el ejemplo más significativo para destacar la profundidad de su fuerza curadora. Venciendo toda clase de obstáculos, cuatro vecinos logran traer hasta los pies de Jesús a un amigo paralítico.
Jesús interrumpe su predicación y fija su mirada en él. ¿Dónde está el origen de esa parálisis?. ¿Qué miedos, heridas, fracasos y oscuras culpabilidades están bloqueando su vida?. El enfermo no dice nada, no se mueve. Allí está, ante Jesús, atado a su camilla.
¿Qué necesita este ser humano para ponerse en pie y seguir caminando?. Jesús le habla con ternura de madre: «Hijo, tus pecados quedan perdonados». Deja de atormentarte. Confía en Dios. Acoge su perdón y su paz. Atrévete a levantarte de tus errores y tu pecado. Cuántas personas necesitan ser curadas por dentro. ¿Quién les ayudará a ponerse en contacto con un Jesús curador?.

sábado, 11 de febrero de 2012

Amigo de los excluídos

JOSÉ ANTONIO PAGOLA, vgentza@euskalnet.net
San Sebastián (GUIPUZCOA). Marcos 1, 40-45

ECLESALIA, 08/02/10.- Jesús era muy sensible al sufrimiento de quienes encontraba en su camino, marginados por la sociedad, despreciados por la religión o rechazados por los sectores que se consideraban superiores moral o religiosamente.
Es algo que le sale de dentro. Sabe que Dios no discrimina a nadie. No rechaza ni excomulga. No es sólo de los buenos. A todos acoge y bendice. Jesús tenía la costumbre de levantarse de madrugada para orar. En cierta ocasión desvela cómo contempla el amanecer: "Dios hace salir su sol sobre buenos y malos". Así es él.
Por eso, a veces, reclama con fuerza que cesen todas las condenas: "No juzguéis y no seréis juzgados". Otras, narra pequeñas parábolas para pedir que nadie se dedique a "separar el trigo y la cizaña" como si fuera el juez supremo de todos.
Pero lo más admirable es su actuación. El rasgo más original y provocativo de Jesús fue su costumbre de comer con pecadores, prostitutas y gentes indeseables. El hecho es insólito. Nunca se había visto en Israel a alguien con fama de "hombre de Dios" comiendo y bebiendo animadamente con pecadores.
Los dirigentes religiosos más respetables no lo pudieron soportar. Su reacción fue agresiva: "Ahí tenéis a un comilón y borracho, amigo de pecadores". Jesús no se defendió. Era cierto. En lo más íntimo de su ser sentía un respeto grande y una amistad conmovedora hacia los rechazados por la sociedad o la religión.
Marcos recoge en su relato la curación de un leproso para destacar esa predilección de Jesús por los excluidos. Jesús está atravesando una región solitaria. De pronto se le acerca un leproso. No viene acompañado por nadie. Vive en la soledad. Lleva en su piel la marca de su exclusión. Las leyes lo condenan a vivir apartado de todos. Es un ser impuro.
De rodillas, el leproso hace a Jesús una súplica humilde. Se siente sucio. No le habla de enfermedad. Solo quiere verse limpio de todo estigma: «Si quieres, puedes limpiarme». Jesús se conmueve al ver a sus pies aquel ser humano desfigurado por la enfermedad y el abandono de todos. Aquel hombre representa la soledad y la desesperación de tantos estigmatizados. Jesús «extiende su mano» buscando el contacto con su piel, «lo toca» y le dice: «Quiero. Queda limpio».
Siempre que discriminamos desde nuestra supuesta superioridad moral a diferentes grupos humanos (vagabundos, prostitutas, toxicómanos, sidóticos, inmigrantes, homosexuales...), o los excluimos de la convivencia negándoles nuestra acogida, nos estamos alejando gravemente de Jesús.

domingo, 5 de febrero de 2012

Proyecto "MARES"

Es una iniciativa de las "Religiosas Filipenses Hijas de María Dolorosa".
La historia de este proyecto arranca de la voluntad generosa de un matrimonio residente en la zona en que se halla ubicado el proyecto: Donaron una casa, nueva, a estrenar, al obispado de Tenerife para la realización en dicha casa de alguna obra social que el obispado considerara necesaria.
Don Bernardo Álvarez Afonso,  obispo de la Diócesis Nivariense, se puso en contacto con las RR.  FILIPENSES y les ofreció esta casa con la finalidad de abrir con ella un nuevo proyecto en favor de madres en situación de exclusión social (sin medios económicos ni trabajo, sin domicilio propio y con necesidades formativas de desarrollo personal).
Era como un regalo venido del cielo que a fecha de hoy ya está en pleno funcionamiento acogiendo en ella un grupito de madres con hijos y con la intención de poder durar en ese empeño todo cuanto se pueda.  Es una BUENA NOTICIA que lleva en marcha ya desde el 8 de diciembre de 2011, de momento sin subvención alguna (las RR. FILIPENSES y aportaciones voluntarias de personas de buena voluntad hacen que de momento esto haya podido echar a andar).
Si entran en su enlace-web podrán encontrar mucha más información al respecto:

sábado, 4 de febrero de 2012

A la puerta de nuestra casa

JOSÉ ANTONIO PAGOLA, vgentza@euskalnet.net
San Sebastián (GUIPUZCOA). Marcos 1,29-39

ECLESALIA, 01/02/12.- En la sinagoga de Cafarnaún Jesús ha liberado por la mañana a un hombre poseído por un espíritu maligno. Ahora se nos dice que sale de la «sinagoga» y marcha a «la casa» de Simón y Andrés. La indicación es importante pues, en el evangelio de Marcos, lo que sucede en esa casa encierra siempre alguna enseñanza para las comunidades cristianas.
Jesús pasa de la sinagoga, lugar oficial de la religión judía, a la casa, lugar donde se vive la vida cotidiana junto a los seres más queridos. En esa casa se va a ir gestando la nueva familia de Jesús. Las comunidades cristianas han de recordar que no son un lugar religioso donde se vive de la Ley, sino un hogar donde se aprende a vivir de manera nueva en torno a Jesús.
Al entrar en la casa, los discípulos le hablan de la suegra de Simón. No puede salir a acogerlos pues está postrada en cama con fiebre. Jesús no necesita más. De nuevo va a romper el sábado por segunda vez el mismo día. Para él lo importante es la vida sana de las personas, no las observancias religiosas. El relato describe con todo detalle los gestos de Jesús con la mujer enferma.
«Se acercó». Es lo primero que hace siempre: acercarse a los que sufren, mirar de cerca su rostro y compartir su sufrimiento. Luego, «la cogió de la mano»: toca a la enferma, no teme las reglas de pureza que lo prohíben; quiere que la mujer sienta su fuerza curadora. Por fin, «la levantó», la puso de pie, le devolvió la dignidad.
Así está siempre Jesús en medio de los suyos: como una mano tendida que nos levanta, como un amigo cercano que nos infunde vida. Jesús solo sabe servir, no ser servido. Por eso la mujer curada por él se pone a «servir» a todos. Lo ha aprendido de Jesús. Sus seguidores han de vivir acogiéndose y cuidándose unos a otros.
Pero sería un error pensar que la comunidad cristiana es una familia que piensa sólo en sus propios miembros y vive de espaldas al sufrimiento de los demás. El relato dice que, ese mismo día, «al ponerse el sol», cuando ha terminado el sábado, le llevan a Jesús toda clase de enfermos y poseídos por algún mal.
Los cristianos hemos de grabar bien la escena. Al llegar la oscuridad de la noche, la población entera con sus enfermos «se agolpa a la puerta». Los ojos y las esperanzas de los que sufren buscan la puerta de esa casa donde está Jesús. La Iglesia sólo atrae de verdad cuando la gente que sufre puede descubrir dentro de ella a Jesús curando la vida y aliviando el sufrimiento. A la puerta de nuestras comunidades hay mucha gente sufriendo. No lo olvidemos.

viernes, 3 de febrero de 2012

¿Por qué estoy a favor de “Educación para la Ciudadanía”?.

Soy profesor de Religión en una diócesis en la que se trabaja mucho y muy bien a favor de la educación integral del alumnado desde su Delegación de Enseñanza. Como muchos otros compañeros y compañeras, que ejercemos nuestra labor en la enseñanza pública; desde el primer instante he tratado de conquistar mi puesto y el prestigio de la asignatura que imparto a base de actualización constante en lo pedagógico y normativo, formación y construcción de la programación de cada curso atendiendo a la realidad del alumnado, a las demandas de las familias y a las directrices marcadas por la Conferencia Episcopal Española, la LOE, Ministerio de Educación, Consejería de Educación y Proyecto Educativo del Centro en el que ejerzo,… tratando en todo lo posible de hacer equipo con todas mis compañeras y compañeros de claustro buscando la complementariedad, colaboración y disponibilidad para ayudar en cualquier dificultad que en el devenir diario se vaya produciendo.
Escuché recientemente en las noticias de la televisión lo que ya se venía mascando en el ambiente desde hace años, casi desde que la asignatura de “Educación para la Ciudadanía” (EpC) echó a andar. Quieren hacerla desaparecer o, al menos, cambiarla por otra con un nombre que, a mi juicio, cuando menos es en exceso restrictivo.
Puedo comprender la postura de no pocos padres y madres a quienes no les gustara el enfoque dado a la asignatura de EpC (de hecho nació mal: sin consenso e impuesta, tanto en su contenido como en su forma), pero esto, que en principio no era bueno y ha sido la causa de esta defenestración de la misma a la postre, no ha demostrado ser de facto determinante ya que “dependiendo de las editoriales que le han dado forma y también conforme el profesorado la haya trabajado con su alumnado, esta asignatura podía –y de hecho ha dado- ocasión de abordar multitud de campos en los que siempre se ha entrado, desde cualquier área incluso, con todo el profesorado,… pero era necesario hacerlo de forma expresa PARA TODOS y de una forma sistemática”.
Educación para la Ciudadanía y Religión.
Quienes saben lo que es la asignatura de Religión en la escuela y lo que debe ser y ya viene siendo desde hace décadas –aunque algunos parecen no haberse enterado todavía a juzgar por los juicios que emiten sobre ella- sabrán que esta materia es OPTATIVA, es libre, sólo la elige quien la quiere para sus hijos, por lo tanto a nadie perjudica su existencia; pero aparte de esto también sabrá que es un área que además del hecho religioso aborda con gran amplitud y profundidad todo el terreno de los VALORES HUMANOS –este tecleador piensa que “cuanto más humanos, más cristianos”- puesto que tienen una consustancial relación con el mensaje cristiano que todos nuestros niños y niñas y jóvenes tienen derecho a conocer.
No pocos alumnos del centro docente en el que trabajo me dicen cuando toman contacto con EpC:
  • “Profe, es “Religión-II”, trabajamos muchos temas que son como los que tratamos aquí en clase contigo”.
Su entusiasmo es más que elocuente, ¿por qué?... pues porque observaban que EpC aportaba una visión muy positiva del ser humano (incompleta si se quiere, algo sesgada,… vale, de acuerdo,… pero llena también de muchos elementos integradores, una gran reflexión sobre la necesidad de trabajar la inclusión social, aprender a vivir desde la tolerancia a la diversidad, etc…).
No en vano, por supuesto, trabajo mi asignatura siempre en relación con todos los demás saberes y hay comunicación entre el profesorado en todo lo relacionado con lo educativo-formativo.
En mi centro docente hay un porcentaje del 95% de alumnado apuntado en Religión pero me consta que en otros colegios ese porcentaje es algo más bajo (la media nacional ronda el 75% en Infantil y Primaria) y… aquí es donde hallo yo el quid de la cuestión y que motiva mi protesta por la decisión de dar punto y final a EpC.

Educación para la Ciudadanía y Educación Cívica y Constitucional.

¿Garantizará la “Educación Cívica y Constitucional” los contenidos y educación en valores que aunque de forma mejorable ya se apuntaban con claridad en EpC?. Si ello no fuera así ¿qué pasa con el alumnado que “no está en Religión” y que tiene derecho a recibir “educación en valores” desde el ámbito docente?, ¿deberá renunciar a ese bien?.
Quisiera pensar que esta asignatura que reemplazará a EpC suplirá sus deficiencias y contentará a todos, no sólo a una parte de nuestra sociedad… pero tal como observo y escucho en esta sociedad… quizás no sea así debido al tan manido argumento de que “educar educan los padres y la escuela está únicamente para instruir”; con reservas y muchos y sustanciales matices -en los que no voy a entrar- puedo decir que comparto este argumento, al menos en parte, pero… más preguntas: ¿qué pasa con ese alumnado que en vez de educación en valores u otra educación lo que recibe en sus casas es la antítesis de ello?, ¿dónde van a encontrar la oportunidad de crecer en los fundamentos de su personalidad?, ¿es suficiente sólo con llenar su cabecita de conocimientos empíricos?,… o ¿acaso no será primordial apoyarle en su edificación, en primer lugar, de su persona y luego ayudarla con todo lo demás?.
Por desgracia, además, este asunto se ha politizado demasiado; lamentablemente se utilizó desde el principio la asignatura EpC como arma ideológica que sólo fue capaz de mostrar algunos puntos de vista y despreció el diálogo y construcción conjunta entre las diversas perspectivas existentes en este país, pero también –aprovechándose de ese grave error de fondo- se le utilizó por otros para arremeter contra quienes la impulsaron y la implantaron en el sistema educativo: poco les importaba a unos y otros en el fondo dicha asignatura, así lo pienso y así lo digo con toda claridad.
Entre unos y otros… se la cargaron, y quienes la hemos conocido desde la aplicación concreta y real en las aulas… -aunque efectivamente hemos constatado sus carencias, limitaciones ¿acaso hay algo hecho por nosotros que sea perfecto?- sin embargo hemos visto en ella una gran oportunidad, la misma que reivindicamos no pocos, incluído este profesor de Religión, por supuesto, porque nos toca de cerca y estamos por la labor de sumar y no de restar.

Reconstruir.
Es fácil criticar, aporrear un teclado o escribir mil papeles sobre lo que se quiera: eso lo aguanta todo, pero de lo que se trata es de “ver cómo echamos esto p’delante de manera que sirva, que sea realmente un servicio a toda la sociedad y no a unos o a otros únicamente, sino para todos”.
¿Qué propongo?.
  1. De entrada, crear una “mesa de diálogo y gestora del nuevo proyecto” entre todos los agentes relacionados directamente con el asunto educativo: Representantes de Asociaciones de padres y madres, de centros docentes públicos y privados y otras entidades que trabajen directamente en el terreno de la educación. (Aquí no incluyo ni a partidos políticos ni a sindicatos, para nada).
  2. Generar foros de diálogo y debate en partidos políticos, sindicatos, asociaciones de vecinos, Gobierno, etc… que sirvan para ofrecer toda la pluralidad de perspectivas existentes en nuestra sociedad y puedan ser tenidas en cuenta por la “mesa de diálogo y gestora del nuevo proyecto”.
  3. Determinar juntos un tiempo suficiente para llegar al final a unas conclusiones lo más consensuadas posible entre todos los agentes de la “mesa de diálogo y gestora del nuevo proyecto”, de manera que la opción finalmente aprobada no haga depender su validez del color del partido gobernante de turno y demuestre el respeto y valor que esta materia, se llame después como se llame, merece y necesita.

A todos nos conviene dejar aparcadas las respectivas ideologías ya de una vez y mirar en primer lugar a las personas. El futuro de la humanidad está no en ideología alguna, en ningún sistema económico, sino en la toma de conciencia de que “el ser humano es parte de la humanidad entera, entender que esta humanidad es plural, inmensamente diversa y en esa diversidad hemos de ser capaces de construir mundo, hacer de la Tierra casa de y para todos en armonía con toda la naturaleza en todas sus formas”.
No escondo el rejo, por supuesto, ni hallo motivo alguno para amagarlo, así que no tengo remilgo alguno en añadir que “ésa es la vocación que late en el fondo de nuestros corazones: somos hijos de Dios y, por lo tanto, hermanos unos de otros y estamos en este mundo para hacer de él casa, hogar de todos y para todos,… no para expoliarlo cada cual a su gusto o según su ideología”.
Desde esta base seremos capaces de construir todo y reconstruir todo lo maltrecho. Sólo es cuestión de sentarse, dejar en la puerta nuestras banderitas y allá fuera nuestras respectivas trincheras -todas inconexas, por cierto- entre unos y otros, sin armas arrojadizas pero sí con ganas de entendernos.

Paz y bien.
Un cristiano de a pie.
Santiago D. Catalán Olaria     santi257@gmail.com